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Tuesday, September 13, 2005

Palabras

No recuerdo cómo
ni donde.
Fue en la estepa
congelada de una tarde
de invierno.
Escuché las palabras
entretejidas con el ruído
de los bocinazos implacables.
Era cierto.
Tan cierto
como el hijo
que estremece mi conciencia.
Me derrumbé
entre mis propios escombros
aterido por el temor
de seguir viviendo,
de seguir mintiendo,
de morir atrapado
en la vorágine
de las horas sin tiempo.
Y en el ritual
de los murciélagos negros,
me dí cuenta
que estaba solo,
muy solo,
hablando a las paredes.

9 comments:

TinoRO said...

Notable. Tiene mucha fuerza, y melancolía. Debido a estas hemorragias de sentimientos es que te leo.

Saludos,
Tino RO.

fgiucich said...

Si estos versos te producen esas sensaciones, debo pensar que algo bueno tienen. Te agradezco y muchos saludos.

Laura said...

Tus versos me estremecieron. Me hicieron sentir ese instante que relatas con tanto cuidado.Gracias por encontrarle palabras a lo inexpresable.

Lety Ricardez said...

Cuanto dolor contenido pretende escapar a través de estos versos escritos en los tiempos sin tiempo. Lo abrazo con respeto y afecto

fgiucich said...

Laura/Lety:
Como le escribí a Tinoro, si estas letras pueden despertar emociones en cada uno de Uds., es el elogio más importante para mí. Abrazos para ambas (y perdón por la síntesis: me tengo que ir a trabajar.)

Indianguman said...

Ecos, ecos, ecos. Condenados a aceptar la resonancia si queremos ser humanos.

Un abrazo

fgiucich said...

Son los ecos que nos van acompañar para siempre. Abrazos.

Claudia Castora said...

He leído sus versos, y he venido a dejarle un saludo.
No, mejor un abrazo.
porque los saludos no llenan a los poetas, porque los poetas necesitan sentir muy de adentro.
Que siga fluyéndole la pasión.
Lo seguiré.

fgiucich said...

Kiantei:
Es un placer que haya venido hasta mi casa para leer mis letras y dejar palabras de aliciente. Estaré visitando La Casa del Castor en breve. Gracias y muchos saludos.