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Sunday, May 27, 2007

El último aliento

Cuando intuí
que la batalla estaba perdida
no me abrogué el derecho
de pelear hasta
el último aliento.


Escribí una carta manuscrita
para que no quedaran dudas,
guardé su fotografía
entre las hojas de un libro
y me fuí en el primer tren
de la mañana,
rumbo a los lagos del sur.

Sunday, May 20, 2007

La visita

Se dió cuenta
que esa herida era tan profunda
que no dejaba alternativas
para salvar aquel amor.

Aspiró profundamente
y entró al domitorio.

Miróse largamente
en el espejo de marco
amarfilado,
se enjugó las lágrimas,
hizo añicos la angustia
que le hendía el alma
y abrió con cuidado
el cajón del secreter.

Allí,
sobre un paño de terciopelo,
reposaba la pistola
con cachas de nácar,
heredada de su padre.

Cargó el arma
y la guardó en el bolso de pecarí.

Encendió un Dunhill,
caminó hasta el alféizar
de la ventana
y esperó el llamado
telefónico.

Cuando le avisaron
que la visita estaba llegando,
entreabrió el bolso
y lo dejó al alcance
de las manos,
mientras apagaba el cigarrillo
en cenicero de plata.

Monday, May 14, 2007

La duda

El pincel de tu mirada
describió una parábola
en los peldaños de mármol,
mientras bajabas, bella y elegante,
las escaleras del salón,
adornado con los azahares de tu boda.

Mientas viva, quedaré con la sensación
de sentir ese clavo candente
perforando la duda de saber
si te habías casado con otro,
porque olvidaste aquella primavera
tan nuestra en las calles de Jaén.

Sunday, May 06, 2007

El nudo

Cuánta razón tuviste cuando,
arrugando el pañuelo de seda
entre tus manos,
me referiste con voz tremulante
los temores sobre tu hermana.

Me dijiste que la notabas rara,
nerviosa, perdida en sus pensamientos,
absorta en medio de tantas preguntas
y sin atinar a dar respuestas.

Ella que siempre fue franca,
alegre, con castañuelas en los labios
y luz permanente en la mirada,
hoy deambula por la vida
como un fantasma sin rumbo.

Solamente pude abrazarte muy fuerte
porque un nudo me apretaba la garganta
y no podía explicarte con palabras adecuadas,
que tu hermana y yo,
nos amábamos al borde de la locura;
que el hijo concebido
en el vendaval de nuestros encuentros,
tuvo que evitarse entre los oscuros
ribetes de la cobardía,
que nos impidieron enfrentar al mundo,
donde la mochila infame del remordimiento,
terminará hundiéndonos para siempre.

Nota: Estaré ausente entre el 9 y el 14 de mayo.