Mi amigo Andrés
tenía el brazo derecho
afectado por la polio.
Nunca pude entender
la perfección del izquierdo
disparando las bolitas
de vidrio
en el empedrado
irregular
de nuestros duelos
siesteros.
Escapándonos
de aquello
que dormir la siesta
era sagrado,
en la canícula
irreverente del
mediodía,
salíamos a disfrutar
de esa libertad
inocente teñida
por alguna rabieta
al incumplir mandatos
sagrados.
Cuando cambié de colegio
lo perdí de vista,
conocí otros amigos,
transité barrios diferentes,
pero no pude olvidar
la precisión de sus
jugadas.
6 comments:
Guardado en un lugar especial de la casa, está el album de mi hermano menor, el único que ya no es con nosotros, sino en el lugar definitivo. Y dentro una fotografía a sus cinco años, con su camisa de mascota roja, jugando a las canicas en el polvo de la calle. Con tus palabras lo pusiste ante mí. ´Te debo muchos abrazos
Con tus palabras trajiste a mi memoria esos amigos de la infancia, esos que dejamos de ver y que la vida se ha encargado de hacer transitar por caminos desconocidos.
Besos
Me ha gustado mucho.
Besos.
En el momento menos esperado, aparecen los recuerdos, buenos o malos, son la mochila de nuestro caminar. Gracias a las tres por tan bellas palabras. Abrazos.
ay amigo, descubro en usted a Funes (el memorioso de Borges) y no puedo más que sobrecogerme con su estampa y con el hecho de saber cuántas imágenes imborrables llevará a cuestas, dobladas en tres y cuatro partes, escritas en pequenos papelitos que llenan los bolsillos y zapatos y sombreros. Y quizás aún conserva la más querida de sus canicas...
Las cánicas las perdí en algunas de las mudanzas (además siempre fuí muy malo para embocarlas), pero los papelitos sí los sigo juntando y olvidándolos, de vez en cuando, en el bolsillo de las camisas que cuando se lavan, terminan con algún pensamiento desteñido. Abrazos.
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