Buscó romper los viejos esquemas
corrompidos por años de silencios amordazados
y llantos contenidos en sucias almohadas
rellenas de lana y sudor.
Cuando intentó sublevar al pasado
con un grito de libertad, casi un
alarido azotado por la furia de
cadenas y bozales,
el monstruo agazapado en el lecho
envilecido por culpas y prejuicios,
le puso las negras garras en medio
del pecho y ese valor, economizado
a fuerza de promesas,
retornó mansamente a dormir
el sueño de la eternidad
total y absoluta.