Yo te exijo revolución olvidada que vuelvas con el despertar de la conciencia. Yo te exijo, verbo inerte, que resurjas de la tierra seca haciendo historia de pobres y hambrientos. Yo te suplico esperanza, que salves a esta revolución sin alma.
Se acabaron nuestros largos paseos por la vieja calle de adoquines rojos. Los titiriteros con sus fantoches de feria aguardan para contarme sus fantásticas historias. Van cambiando los colores del cerro y los jinetes han huído por senderos sin retorno. Aquí termina una historia y empieza otra. La calandria está dormida. Tú también.