Es imposible
borrar de mi mente
las palabras
que te lastimaron.
Están allí.
Presentes,
inamovibles,
inconmovibles,
frente a tu
rostro pálido
y mudo.
Quiero morir
pero no tengo fuerzas.
Sé que tu odio
me perseguirá
para siempre. Adios.
Sentado alrededor
de mis ausencias
observo el horizonte
y abro el libro
de mis memorias.
Tengo que ignorar
los renglones vacíos
y concentrarme en las
páginas incompletas
que me interpelan
sin vacilar,
acerca del destino
y me muestran que,
todavía,
en la cuenca de mis ojos
hay un mar de lágrimas
sin verter".
F.Giucich