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Thursday, December 01, 2005

Las luces

Revestidas
estaban las paredes
de ámplias
cortinas de raso y seda.
El salón impresionaba
con su araña de cristal
colgada en techo
con frescos venecianos.
En un costado,
sobre la ventana
que daba al río,
un reclinatorio
igualmente adornado,
servía para que
la anciana dama
dijese sus oraciones
vespertinas,
en breviario con
tapas de nácar.
Amanecía aquella
mañana de primavera,
cuando llamaron de
urgencia al
cura de la parroquia.
Fue su última deseo
que encendieran
todas las luces
en el momento de
su partida,
porque habiendo
nacida ciega
confiaba que, al entrar
en las tinieblas,
los caireles brillantes
tallados en algún
lugar de Bohemia,
guiaran sus pasos
vacilantes.

9 comments:

Laura said...

Todos deseamos que lo que en esta vida nos fue privado en la otra vida nos sea concedido.
Abrazos

Hiscariotte said...

Los últimos deseos, tienes que escoger bien a quién confiárselos.

Francisca Westphal said...

Concuerdo con Laura... y quiero agrgar también que en la próxima vida espero acordarme de algunas cosas, tal vez puedo crecer más... un abrazo

Denise said...

También debe tener su gracia ver con otros ojos que no sean estos, que a veces engañan más que el tacto u el oído.
saluditos ;-)

Lety Ricardez said...

Querido Don Fernando, hermosa imagen la de la dama ciega en su elegante salón, comprensible su deseo y admirable su polifacetismo.
Me encanta leerle en Clara.
Besos para usted

Gabriela Zayas said...

Fernando, preciosa imagen, la de irse alumbrada con una luz nunca vista.
Un abrazo.

Denia said...

Y seguramente las luces la acompañaron, así como la imagen que me llevo de tu espacio: brillante.

இலை Bohemia இலை said...

Que idea tan hermosa tan acertadamente escrita, la esencia del texto me parece brillante...

Te felicito!
Me ha gustado mucho...

Indianguman said...

Conmovedor microcuento, porque a estas alturas creo que eso es lo que haces, Fer, sintetizar historias completas con pinceladas que esbozan detalles cargados y esenciales.

Abrazos