Aquel verano
fue como una rapsodia
paseando por las calles
de Budapest.
Nos amamos
como pudimos
entre las esquirlas
de nuestros viejos
resentimientos.
Vaya uno a saber
cómo se puede amar
y odiar al mismo tiempo,
sin espacios ni concesiones.
No tuvimos el valor
de romper los estigmas
marcados a fuego,
por los tabúes familiares.
Y cuando acabó el verano,
junto a las primeras hojas
desprendidas por el otoño,
no encontramos sin fuerzas
para enfrentar al destino.
En la añosa estación
de ladrillos rojos,
la ví subir al tren
con su maleta gastada,
con rumbo incierto.
Escondido en una
de las plataformas
quise ser el viento
para seguirla,
pero me quedé sorbiendo
el llanto que me apretaba
la garganta.
16 comments:
Esta sí que fue en technicolor! cómo lo haces para contar historias completas en tan pocas líneas... El maestro de la elipsis(así se dice?, jiji). Me transportaste y me hiciste recordar todas las veces que amé odiando, y a todos los hombres que aún recrimino por haber ahogado el llanto, por haberme dejado ir...
Abrazos!
Coincido con Indiaguman, he visto toda la historia pasar ante mí como en una película mientras te leía, al final hasta me dio ganas de agitar el pañuelo...
Un besito y gracias mil por tus comentarios tan cálidos, eres un cielo!
Acá no hay tren, así que las despedidas me han tocado o en aeropuertos o en terminales de transporte terrestre. El efecto en sí es el mismo. Aunque, por lo general, el del rumbo incierto he sido yo.
Por supuesto que estoy de acuerdo con la maestría del relato. Además me encantó, pero ¿amar odiando?
amigos, de verdad que no logro imaginarlo. Sería incapaz de tocar o dejarme tocar odiando, claro que pienso en mi gordo y en el motivo por el que podría odiarlo y me pongo chinita de imaginar su deslealtad. Ahora si que me dejo ver bastante ingenua ¿verdad? o tal vez presumo de afortunada, ustedes dirán.
Besos para todos
Esto no fue un poema sino un sentimiento. No puedo agregar nada a algo tan hermoso.
En Buda se ama, se odia en Pest. Pero no hay río, no, no hay Danubio tajando la ciudad.
Eso es el binomio ése: odio y amor.
Ahhhhhh casi casi como si estuviera viendo la escena de una película junto con un alterón de kleenex a un lado. Pasajes de la vida, despedirse llevándose la mitad de esa otra persona en el alma...(¿me proyecté?) jeje Será por ese valor para enfrentar esas cosas que a veces es tan necesario.
Ya ni llorar, nada más falta que la cajita de la palabra clave esa de abajo me salga "nostalgia" jeje
Me hicieste recordar un viaje en tren desde N.Y. a Washington, hermoso, bueno... y que puedo decir? tus relatos me hacen transportarme, saludos y felíz año 2006,
Amar obviando esquirlas de resentimiento es posible,
romper tabúes establecidos...normas
eso...más difícil...mucho más
Ahora mas que nunca quiero conocer Budapest!
Besos
Todavía me pesa haberme guardado palabras y tragado llantos... un abrazo Fer.
no tuvimos el valor de cambiar nuestro destino! eso me ha llegado al alma!......................
Tener valor, tambien es amar
Me encanto visitarte
slds, Daniela
fgiucich:
Què dolor...ando sabiendo de eso, còmo hacer?
Antes podìa dar càtedras, hoy no...
dolorosamente bello...
quizà haya que encallar en lo bello...quizà...
Besazos...
Te visito por primera vez desde Zuriñe y, conmovida, me voy teniendo la certeza de que volveré.
Desde Madrid, España, un abrazo entrañable.
Hannah
http://serrizomatico.blogia.com/
Amor y odio, van de la mano, triste treta de la existencia, no podemos hacer una u la otra sin que se confundan en un vaso de lágrimas, extraño mundillo...
Oh, sí, Fernando.
Los grandes amores se sienten, también, odiando. Se odia la indiferencia, el desperdicio de ternura, la pasión mal instalada, los besos extemporáneos. Y, sobre todo, el Egoísmo. Nada mata más al Amor que el Egoísmo.
Escribes lindo. Me gusta tu estilo. Y prefiero venir a Clara, porque acá es todo de tu creación.
Felicitaciones:
Olie
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