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Thursday, January 05, 2006

Don Agapito

Erase un almacén
de ramos generales
donde convivian
por doquier
caramelos de miel,
harinas en bolsas,
galletas a prueba
de picos,
jamones sobre
mostrador de madera
sobada, petardos,
bombitas eléctricas
y un sinfin de aromas
que pasaban desde el ajo
hasta la pimienta en granos.

Tenía permiso
para hacer los mandados,
siempre y cuando
cruzara las dos esquinas
mirando a ambos lados
en aquella calle empedrada
donde pasaba un tranvía
cada muerte de obispo.

Pero la excursión valía
la pena
porque Don Agapito,
al finalizar la compra,
regalaba un puñado de
caramelos
y con esa voz en
tono a ríadas gallegas,
gritaba:
-¡Joder, hombre,
qué grande estáis!-

13 comments:

Lety Ricardez said...

Querido Don Fer:
Exáctamente así era la tienda de la finca de mi abuelo, a más de monturas para caballos y también para burros, las primeras de piel, las segundas de madera toscamente desbastada. Me llevó usted de la mano con Don Agapito, allá era Raquelito la que atendía...
Gracias por este viaje al pasado, mil besos también
(¿querrá usted ver una foto del bastón?) acabo de subirla.

chocolatina said...

¡Qué recuerdos alegres!
Casi puedo ver la tienda
y hasta a D. Agapito!
Hay recuerdos,aromas...
que son de imposible olvido!

Denise said...

Gallegiño... jiji... tienen una dulzura mezclada con desconfianza taaan característica.

Quiero un caramelo.

Nidesca said...

¡Qué bello!
El receurdo de estas personas siempre tiene sabor a golosina e inevitablemente dibuja una sonrisa en el rostro, aunque a veces con una pizca de tristeza.
Abrazos.

Pipiolex said...

Un refresco para el alma... En estos días de gran sol.

Un abrazo.

Francisca Westphal said...

Ando medio enferma asi es que solo te dejo un abrazo...

Indianguman said...

Simplemente maravilloso, pude ver cada detalle, impregnarme de cada aroma. Y me recordó al papá de Manolito en Mafalda, jijiji

Abrazos!

இலை Bohemia இலை said...

Has puesto en pie mis sentidos, he olido, oído, probado, tocado y mirado este post maravillosos...Me has hecho recordar las antiguas tiendas de ultramarinos, de ess que cada vez quedan menos...

Abrazos

RODOLFO GAINZA said...

Me hiciste recordar historias de mi propia niñez, cuando un caramelo era un tesoro.

Un abrazo.

Superchoco said...

¿Que hay de aquellas tiendas?. Hoy la cajera del super ni te mira al darte las bolsas y el cambio. Abrazos, felicidades.

Laura said...

JAJA!
Don Manolo tambien me regalaba galletitas cuando iba a su almacen.
Que lindo recuerdo!
Carinos

Claudia Castora said...

Me acordé de Don Adrián, eterno almacenero, que regalaba dulces y me decía "Ñatita",
un dia amaneció muerto en medio de sus verduras y sus cientos de abarrotes.
Debe haber muerto felíz.

Lindo, muy lindo.

A.F. said...

buena onda