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Sunday, September 25, 2011

La cátedra

Supo vivir
entre el champán
y los trajes de alpaca
inglesa.
El cabaré fue
el lugar de sus cátedras
sobre hipódromos
ruletas y damas
consagradas al festejo
en las penunbras
de muchas madrugadas.
Se casó, pasando ya
los cuarenta con
una prima veinteañera.
Hoy dá otro tipo
de cátedras
sobre moral y buenas
costumbres,
mientras trata,
con dificultad,
de embocar la cuchara
de azúcar
en el té de hierbas
digestivas.
El café lo tiene prohibido;
ni hablar del tabaco.
Con la manta escocesa
sobre las rodillas,
ve pasar el débito de la vida
recostado en el viejo sofá
del vestíbulo.

Marzo/2008

19 comments:

Abril Lech said...

A los cuarenta y tantos??? Está hecho m... digo... usted me hace poner irrespetuosa! El poema me encanto! Pude ver cada imagen, pero subale la edad por favor!!! Es muy deprimente... Cacho Castaña se acaba de separar de una veinteañera, consumió de todo menos frutas y verduras... algunas verduritas se fumó desde luego... y así y todo pisa los setenta... jajajajaja. Bueno, me arrancó la sonrisa. Me voy a la cama porque mañana... quién me arranca seis y media para la hora del colegio???

Besos!!!!

Trini Reina said...

Bueno, él dirá "que me quiten lo bailao" :):)Ahora que descanse y deje el baile a otros.

A los cuarenta hay otr@s que comienzan a vivir...

Abrazos

Ligia said...

habrá conseguido la cátedra en la pura vida. Abrazos

Algaire said...

Eso pasa con frecuencia, primero se disfruta de la vida y luego se critica que los demás disfruten.

Un saludo.

LaLy said...

Toda su vida una carrera...asì està dando càtedra ahora.

Que bueno volver a leerte!!

Saludos

LaLy

Jana la de la niebla said...

Eso digo yo, súbele la edad, que da miedo.
Bienvenido por fin.

Unknown said...

Upa, qué historia. De esas que sabés contar muy bien. Placer, Fernando. Y las vueltas de la vida, eso que decimos todos. Un abrazo.

Nacida en África said...

Mi querido Fernando: En mi país hay un dicho que es el siguiente: "Sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena" y creo que tu protagonista oyó los truenos y cambió rápidamente de vida. No me acordaba de este poema pero es muy, muy bueno.

Me alegro de que estés de vuelta.

Brisas y besos.

Malena

Lucas Fulgi said...

Puede haber hipocresía o arrepentimiento en ese cambio de moral.

Muy bueno el poema, narrativo pero con imagenes copadas.

Saludos

alkerme said...

Me hiciste pensar en un caballero inglés y su bella acompañante no tan dama...

Saludos,

Damasco. said...

Y ya desde el 2008 me entrabas tan bien por los ojos...

Calma en días de tormenta (Darilea) said...

Estupendo poema, de seguro que ahora tendría un suspenso
Un saludo

MAR said...

La edad es tan relativa, hay viejos de 20 y jovenes de 80.
Mis cariños par ati amigo.
mar

Sandra Figueroa said...

Hola Fgiucich, un hombre que a vivido. Dicen que a los 40 se empieza a vivir. Besos, cuidate.

mentecato said...

Querido hermano. Así es la vida. Estremece. Daría para un cuento. Sacaré ideas.

Un fraternísimo abrazo.

La sonrisa de Hiperion said...

Cátedra de vida, y nos parece poco?

Saludos y buen viernes.

virgi said...

Bueno, al menos tiene un vida plácida, según parece.
Besitos

Eugenia Cristina said...

Sus dos épocas me recuerdan otras diversas historias. No se dice cuanto tiempo pasó entre su boda y este estado limitado, queda a la imaginación del lector, lo que lo hace más interesante.

Hace años, al empezar la sesión vespertina de un segundo día de retiro, una señora que dijo ser bisabuela, dijo entre bromas y veras: "Tengo rabia con María Magdalena." El sacerdote, ya divertido, le preguntó por qué. Y ella respondió: "Después de todo lo que hizo. ¡Y lo bien que lo pasó!, en el aspecto sexual, supongo (a estas alturas, ya el sacerdote reía francamente), el Señor la perdona y ¡es santa!". Posteriormente, otra dama que era octogenaria, comentó risueñamente que ésa era una rabia con envidia.

Abrazos cariñosos.

Javier said...

Qué triste. Pero sí, supongo que una vida de excesos tiene un final muy poco romántico, a menos que te quieras morir joven.

Y si no mirad a Joaquín Sabina.